Núcleos de Intervención Participativa

Elementos básicos

Los elementos básicos que definen el modelo NIP manifiestan la conveniencia de su utilización frente a los mecanismos de participación convencionales:

Información.
Clave de una decisión democrática es la presentación de una amplia información sobre el tema a debatir; información que no se debe confundir con la realización de una campaña de marketing para conseguir el apoyo de la ciudadanía a una decisión ya tomada por la Administración. Se trata de plantear todos los aspectos de un tema, hacerlo transparente, presentar los diferentes intereses, las soluciones alternativas, los costes y también las repercusiones tanto sobre la resolución de otros temas (ranking de prioridades) como sobre las personas afectadas. Este tipo de información crea confianza y evita malentendidos que podrían derivar en un bloqueo o rechazo del proyecto (como ocurre con otros mecanismos de participación como el referéndum).
Representatividad.
El NIP trabaja con una muestra de ciudadanos elegida al azar, lo que garantiza que todos los grupos sociales estén representados. En los mecanismos convencionales de participación, la clase media-alta, los hombres y ciertos grupos de edad están sobrerrepresentados. En otros sólo participan los grupos más directamente afectados por las medidas a establecer, grupos que defienden intereses específicos o los grupos más militantes (exposición pública).
Neutralidad.
Participar durante ciertos días en un NIP no proporciona ninguna ventaja o desventaja a nivel económico o profesional. El gran problema del sistema representativo es que velar por los intereses de los demás se convierte en una profesión; la representación crea nuevas estructuras y organizaciones con sus intereses propios, sus posibilidades de promoción personal,... En el NIP no se da este fenómeno.
Participación real.
En el NIP se ofrecen las condiciones para una participación real de cada participante. Participar no significa sólo estar presente -como en la mayoría de los mecanismos convencionales donde los expertos hablan y los ciudadanos escuchan, excepto algunas personas que se atreven a preguntar o a exponer sus ideas-. El NIP organizado en pequeños grupos garantiza que todos puedan aportar algo y que, más tarde, esas aportaciones sean tomadas en consideración.
Sostenibilidad.
A contrario de las demás organizaciones (partidos, grupos de interés, agentes sociales), los ciudadanos tienden a defender el bien común a largo plazo y se convierten de esta manera en los auténticos agentes de un desarrollo sostenible. Tomás Rodriguez Villasante (1996) habla en este contexto de "la necesidad de crear espacios de decisión compartida que planteen un re-equilibrio de poderes necesario para la sostenibilidad y para integrar la perspectiva e intereses de grupos que históricamente se encuentran marginados social y políticamente, lo cual es en sí mismo un obstáculo insalvable para la sostenibilidad. Si no se 'empodera' a las generaciones actuales de pobres, discapacitados, mujeres y minorías étnicas, es decir, si la integración social no es objetivo explícito de estos procesos, difícilmente se solucionarán los problemas que se pretende atajar".
Cohesión social.
La mayor ventaja de este modelo es que los tres grupos de interés implicados (agentes sociales, expertos y ciudadanos de a pie) contribuyan al proceso de toma de decisión en un manera que explota su potencial positivo y a la vez respeta sus derechos legítimos. Los ciudadanos como potenciales víctimas y/o beneficiarios de medidas de planificación son los mejores jueces para evaluar las diferentes opciones basándose en la información sobre intereses, inquietudes, efectos y consecuencias, facilitado tanto por los representantes de grupos de interés, entidades, organizaciones, grupos de afectados etc. como por los expertos neutrales. El trabajo común en los NIP integra socialmente los distintos barrios, estratos sociales, grupos de edad,... etc., y de esta manera se convierte en un vehículo para "crear comunidad", comprometiendo a los ciudadanos en un proyecto común de desarrollo de su municipio.

En resumen, este modelo significa un paso adelante en la democratización de la sociedad; da transparencia a las decisiones de la Administración, facilita la comprensión de los ciudadanos sobre las causas que las motivan -creando confianza en el sistema-, fomenta la comunicación entre los ciudadanos, supone una experiencia positiva a nivel personal y una transformación activa del papel social desde una perspectiva individual, muestra la capacidad y el grado de creatividad de los ciudadanos a la hora de comprender, analizar y resolver los temas propuestos,...etc.

"El problema no es", como expone Tomás R. Villasante en un artículo en 'El Viejo Topo' (Oct. 1996, pág. 30), "tener o no una consejalía de participación o reglamentos de participación, sino concebir y poner en práctica procesos de democracia participativa, que es algo muy distinto. En el esquema propuesto se trata del camino de la democracia de innovación, donde la intervención en los servicios y la programación directa es fundamental para poder ganar la credibilidad perdida. Democracia de gestión y de resultados concretos hechos por participación es el único lenguaje que realmente puede devolver a la ciudadanía su condición de tal. Lo demás son discursos."